Poco o nada han importado las más de 60 emergencias que se han generado por cuenta del crudo invierno o las víctimas que deja la ola de sicariato en la ciudad que ya suman más de 300. Lo cierto es que el ensamblaje de los palcos, aún cunado están detenidos, se han ido armando en la avenida Santander y hasta el momento el mensaje es que las fiestas no se suspenden. Si en algo están de acuerdo los cartageneros es que no hay nada que celebrar pero la administración no cesa en su intento por bailar y gozar. ¡Cuanta insensatez!

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