Por Rodolfo Díaz Wright

El portafolios de problemas de la ciudad crece exponencialmente, sin que por el momento se vislumbren las acciones, las estrategias o los planes, a través de los cuales, las instituciones correspondientes se dedicarán a estructurar los mínimos elementos, tendientes a su solución.

Sabemos que no son situaciones coyunturales, y, con excepción de la pandemia que sorprendió al mundo, todas vienen siendo manoseadas desde hace muchos años, por cuanto candidato, experto, líder o agremiado, tenga la ocasión de hacer un pronunciamiento, una exposición o una propuesta de campaña. Si hay algo que nos fascine, es hacer foros, conversatorios y, por supuesto, mesas de trabajo, sobre cuanto tema se nos ocurra, pero especialmente sobre los problemas de Cartagena. La escasez estructural de carpinteros en la ciudad, creo que radica en el hecho incuestionable, de que todos se encuentran ocupados haciendo de cuanta mesa se programa para cualquier tema de moda.

Antiguamente, no había tanto foro, ni tanta mesa. Teníamos reuniones comunes y silvestres, a las que iban quienes conocían el tema y tenían soluciones y, al final, salía un plan de trabajo con compromisos, responsables y fechas para resolver los problemas. Con el tiempo se fueron perrateando, burocratizando y se puso de moda decir que: “de toda reunión que se respete, sale otra reunión y un viaje”.

Las reuniones pasaron a ser cosa de poca monta, solo para temas parroquiales y de barrio y, las mesas se convirtieron en el artificio preferido de los encantadores de bobos de la administración, de los demagogos de las redes y de los líderes de agenda, amarrada con un cauchito, bajo el brazo. Se Convirtió en palabra mágica con que se resuelve todo y vocablo preferido para justificar cuando se cuestiona y no se ha hecho nada. “Ya convocamos una mesa para socializar con la comunidad y definir una ruta.” Respuesta típica, ante la inactividad en problemas de barrios. Hoy, hay mesa de todo y para todo, aunque las que más me siguen gustando, son las mesas de fritos.

Así que podemos estar tranquilos, porque los grandes y antiguos problemas de Cartagena, se encuentran bajo la égida de especiales e innumerables mesas de trabajo, en las que, no tenemos ni idea, del estado, y posibles soluciones de los incontables chicharrones, propios o heredados, eso que importa, chicharrón es chicharrón, sin importar de que puerco venga. De las mesas para los proyectos de protección costera, drenajes pluviales, quinta avenida de manga, vía perimetral, hospitales y puestos de salud, escuelas y vías, ya nadie se acuerda. Ha pasado tanto tiempo que, para los viejos, ya estos son recuerdos de juventud y para los jóvenes, recuerdos de infancia. Todos los sucesivos alcaldes, malandrines o buche y plumas, han embaucado a la gente, con el artificio de la instalación de la mesa de trabajo y pare de contar.

Problemas mucho más recientes, como quien dice que están frescos, también gozan del privilegio de una buena mesa: tengo entendido que, para el despelote creado por el alcalde, en el tema de los peajes, hay varias mesas de todos los estilos, aunque parece que pasa el tiempo y ni fu ni fa. Asimismo, para el manejo de los problemas surgidos a raíz de la pandemia, se creó una mesa de salud con muchos puestos y sillas, a la que lamentablemente, poco caso le hacen pues, las decisiones tomadas para su control son cada vez peores y los avances y consecuencias de la plaga, se muestran cada vez mas complicados y casi no hay día, en que no tengamos que lamentar otra muerte de un ser querido.

La mesa más apreciada por los cartageneros es, obviamente, la mesa de Transcaribe. En esta mesa parece que hay sentados algunos abogados cachacos bastante costosos y se habla es de billete y de contratos, temas estructurales y de mucho interés en el país. Una de sus soluciones, la de poner el transporte gratuito, produce tales aglomeraciones, que de esta mesa salen los principales problemas para la mesa de salud.

Las mesas, más allá de que haya algunas que funcionen en otras latitudes, son, en nuestro medio, una buena forma de la administración de mamarle gallo a la solución de los grandes problemas de la ciudad: dan la impresión de que se está trabajando, mantienen a la gente engañada, creyendo que están participando en la solución de sus problemas, y sirven de respuesta y justificación cuando se piden soluciones. Ya hay quien dice jocosamente que de toda mesa que se respete, sale otra mesa y un viaje. Viaje al que, obviamente, va el buche y pluma de turno.

P.D.  Triste, dolorosa y lamentable, la absurda desaparición de nuestro hermano, amigo y compañero de luchas, Hernando Padauí Alvárez. Compartimos en familia importantes momentos y mis hijos fueron sus camaradas, en su largo periplo por el sur del continente.

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