Aún no está claro el momento en el que Jorge Quintana Sosa decidió darle un giro a su vida para transformarse en el cuestionado veedor que es hoy y que por desatender un fallo del Juzgado Undécimo Civil Municipal de Cartagena tendrá que ir a la cárcel tres días toda vez que difamó y atentó contra el buen nombre del exgobernador Dumek Turbay.
El desacato y la desatención ponen contra las cuerdas a este veedor que pretendía burlarse de la justicia. Se le adiciona al fallo que deberá pagar tres salarios mínimos de multa y rectificar como es debido en las redes sociales en las que agravió al exmandatario.
Para Quintana Sosa atrás quedaron aquellos esfuerzos que hizo su hermano para convertirlo en un destacado economista de la UTB; al igual que los frustrados intentos por ser miembro del sindicato de Petroquímicas del cual, aseguran, salió expulsado.

Quintana Sosa, ha sido candidato a la alcaldía, al Concejo y a la Cámara, sin obtener ningún resultado
Sus aspiraciones políticas nunca prosperaron. Cada proyecto en el que se embarcó se hundió irremediablemente y nunca ha logrado consolidar uno solo de ellos. Desde su apoyo al candidato Andrés Betancourt pasando por su aspiración a la Cámara de Representantes o a la alcaldía de Cartagena. Un panorama que fue sumando frustraciones que, a la postre, servirían como cimentos para una labor de veedor que no para de recibir cuestionamientos y que hoy no logra superar.
Su cuestionado actuar como veedor es un secreto a voces. Siempre es el mismo y esto lo delata y lo deja en evidencia. Fuentes le confirmaron a este portal que el modus operandi se repite: llamadas con las que solicita dinero para evitar interponer una denuncia, petición de cargos, contratos que disfraza para pedir ayudas u ofrendas a sus víctimas a fin de no despertar sospechas ante las autoridades cuando lo quieran requerir por el presunto delito de extorsión.
En otras oportunidades, identifica un presunto error administrativo e inmediatamente propone la solución. Coloca la denuncia para ser contratado y resolver la complicación en la que incurre el ente territorial.
En otros casos, por ejemplo, nos aseguró la misma fuente que suele presionar con derechos de petición a entidades como Iderbol a fin de que le brinden apoyo a dos nietos menores de edad que practican Taewkondo. En cualquiera que sea el caso siempre busca obtener el mejor beneficio de su labor como veedor.
ESOVA NOTICIAS tuvo acceso a un sinnúmero de denuncias presentadas por el veedor en donde en muchas de ellas no compareció a brindar sus aportes o a dar los soportes de rigor. Muchas de ellas quedaron a medias.
Quintana es una de esas personas que proviene de una gente trabajadora. Sus padres son oriundos del municipio de Turbaco. Honestos; sin embargo, como dice el adagio popular, ‘siempre hay una oveja negra en la familia’ y todo parece indicar que, al parecer, fue Quintana Sosa. Un familiar cercano aseguró que le solicitó dinero para no denunciarlo presuntamente ante los entes de control. Todo por una simple minucia que, a la larga, solo dejó enemistad con los suyos.

Erick Urueta Benavides, director de Vejuca.
PRIMERO ATENTA CONTRA EL BUEN NOMBRE Y LUEGO DENUNCIA
Consultado con el veedor, sindicalista, abogado y trabajador social, Erick José Urueta Benavides, en relación con el caso de Jorge Eliécer Quintana Sosa y el exgobernador Dumek Turbay, manifestó que los veedores deben ser respetuosos de los derechos fundamentales de las personas y que cuando se presenten denuncias estas deben ser bajo la presunción de inocencia y además con suficiente veracidad y prueba de los hechos irregulares para poder señalar a una persona, de lo contrario, se estaría inmerso en conductas penales y reprochables por el derecho constitucional.
Para Urueta está claro que a Quintana se le fueron las luces y acusó a una persona sin presentar una denuncia penal primero pero luego corre a colocarla. “Para mi es raro y extraño que no hubiese presentado la denuncia y luego la diera a conocer a los medios de comunicación cuando fue entutelado. Esto le resta credibilidad al tema. Este veedor es reconocido por venir denunciando hechos de corrupción y tiene presentadas más de 100 denuncias penales en la Fiscalía, pero en el caso de Dumek Turbay sería una de las primeras que enfrentaría en su contra”, expresó.
Otra conducta que nos pone en la palestra pública como VEEDORES, es irreprochable este comportamiento de las grabaciones que se dieron a conocer, debido a que llama la atención y es resorte de las autoridades investigar a que se debía esos giros de dinero y quién se los giro producto posiblemente de esa presión ejercida por parte del veedor.
NO QUISO SEGUIR LOS BUENOS EJEMPLOS
Corrían los años ochentas y en la ciudad de Cartagena eran temas recurrentes por entonces el control social, las veedurías y los veedores. Algunos de ellos, habían hecho valer su condición como tal y en algunos casos, murieron dando su vida a un oficio que aún hoy los cartageneros reconocen y exaltan. Jorge Piedrahita Aduén o Milcíades Garcés. Ambos, ejemplos a seguir en ese arduo oficio de intentar ejercer control social.
Para Quintana Sosa, los modelos tal vez quedaron a un lado. Fuentes allegadas al veedor afirman que él encontró rápidamente en la labor del supuesto control social, la manera fácil y propicia para poder seguir adelante obteniendo siempre el mayor rédito. Confundió desde un principio el fin último de ser veedor y se dejó llevar por el encanto y la seducción que ofrece este oficio. “Presionar puestos y exigir pagos para callar”, asegura la fuente.
Fue fácil dejarse llevar por los ‘cantos de sirena’ y confundir la verdadera labor y oficio de veedor y creer entonces que a través de este se podían obtener resultados que quedan marcados con tinta indeleble en el interior de su oscura consciencia. “Presionar por puestos de trabajo o exigir el pago de una ‘picúa’ para permanecer en silencio se convirtieron en algunas alternativas”, asevera.
Y aunada a esta cuestionada labor de veedor, relata la fuente, aparece la también cuestionada firma o veeduría con la que le coloca la fachada a su labor. Quinta Ventana, una entidad de la que aún hoy no se evidencia que el NIT haya sido reportado ante la Dian.
Igualmente, la matrícula ante la Cámara de Comercio aparece sin renovar desde el día 11 de abril de 2016. Esto evidencia que actualmente el cuestionado veedor no cumple con las obligaciones de ley y queda muy mal parado para ejercer labores de control social.
El descaro y la desfachatez seguirán siendo el norte y el camino a seguir por parte de este cuestionado veedor quien, en realidad, deja muy mal parado al resto de colegas de oficio que ejercen con orgullo esta labor. El buen ejemplo debe mantenerse vivo entre los veedores de bien y dejar de lado aquellas prácticas que solo traen con ellas.


