La gobernanza se refiere al proceso mediante el cual se ejerce el poder y se toman decisiones en una sociedad. Incluye tanto las estructuras formales de gobierno como las relaciones informales y los mecanismos de cooperación entre diversos actores, tanto públicos como privados, en la formulación y aplicación de políticas públicas. Cartagena es una ciudad muy compleja, que ha sido errática en su proceso de gobernanza a través de los años, una ciudad única que tiene un gran porcentaje de pobreza y que sus gobernantes no han estado a la altura dentro de sus procesos para orientarla hacia un desarrollo integral.

La forma como se ha ejercido el poder a través de los años, en la ciudad heroica, ha sido a través del nepotismo, el cual puede socavar la meritocracia y la igualdad de oportunidades al otorgar ventajas injustas a personas basadas en sus conexiones personales en lugar de sus habilidades, experiencia o méritos. Esto puede conducir a una falta de diversidad y competencia en el lugar de trabajo, así como a la percepción de injusticia y falta de imparcialidad por parte de aquellos que no tienen conexiones privilegiadas. Así ha sido gobernada nuestra ciudad por años, los clanes políticos y sus amigos han deshecho los procesos de gobernanza, dejando a esta ciudad casi en las ruinas.

En muchos países y organizaciones, el nepotismo está prohibido o regulado por leyes, reglamentos internos o códigos de conducta que buscan prevenir el favoritismo injusto y promover la equidad y la transparencia en la selección y promoción de personal. Sin embargo, a pesar de estas medidas, el nepotismo a veces persiste de manera encubierta o disfrazada, lo que puede socavar la confianza en las instituciones y generar resentimiento entre los empleados o ciudadanos. Este ha sido la variable constante en nuestra ciudad, donde el sentido de pertenencia se ha perdido, y ha dado paso a un resentimiento generalizado, donde el ciudadano de a pie, rompe los esquemas comunitarios de convivencia, es intolerante, y muchas veces reacciona de manera violenta, de manera pasiva contra la misma ciudad. Dañar un semáforo, dañar elementos que hacen parte de la misma ciudad, hacen parte de ese colorario de situaciones que los ciudadanos pueden hacer contra su propio terruño, cuando no hay pertenencia.

El ejemplo que ha dado el alcalde Turbay, en estos días de crisis, por el daño de un tubo de agua, que dejó sumergida a la ciudad en una falta del peciado liquido, por más de 4 días, creo que es el inicio de promover ese sentido de pertenencia. Los primeros que deben dar ejemplo de ese compromiso, son los gobernantes, y apersonarse de manera directa, de esta crisis, sin lugar a dudas lo pondera dentro de un sitial importante, dentro de su proceso de gobernanza.

No somos pitonisos para saber cómo le irá en la alcaldía en estos próximos años, que, para los gobiernos buenos, 4 años son poco tiempo, pero para los malos, es bastante tiempo. Dejamos atrás 4 años de peleas, contiendas, y malquerencias, y creo que ahora hemos dado paso a la unión, al compromiso con la ciudad, y a la solución de sus problemas enormes, y creo que hasta el momento ese el mensaje que está dando el alcalde Dumek Turbay.

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