Por Luis Adolfo Payares
Epicaricacía es un término que describe el placer o satisfacción que se siente al ver el fracaso o la desgracia de alguien más. Aunque no es un sentimiento muy noble, es una emoción humana común que muchas personas experimentan en algún momento. Sin embargo, es importante recordar que disfrutar del sufrimiento ajeno no es muy saludable y puede dañar nuestras relaciones y nuestra propia autoestima. Intentar ser empáticos y compasivos hacia los demás es una actitud más constructiva y enriquecedora. En Cartagena es una práctica común las personas que por tener placer por sus profecías nefastas, sienten un regodeo innecesario. Además que este tipo de sentimientos, no son empáticos con el ser humano. Recientemente el alcalde en un trino habló de este tema, refiriéndose al equipo Real Cartagena, ya que la prensa daba como un hecho su fracaso por la contratación de un novicio técnico para dirigirlo.
Este término no es nuevo. Por ejemplo, un viejo refrán japonés dice: «La desgracia ajena sabe a miel». Una de las citas más famosas del filósofo alemán del siglo XIX Friedrich Nietzsche fue: «Ver sufrir a los demás hace bien». Pero hay tres factores que hoy desencadenan esta emoción con mayor frecuencia en amplias capas de la población, afirman investigadores de las universidades Johns Hopkins, Columbia, Berkeley Haas y Harvard (todas en Estados Unidos). Entre ellos se encuentran la sobreproducción de trabajadores de élite, un tema tratado por The Atlantic en años pasados, las respuestas personales a la pandemia y el uso sin trabas de las redes sociales. Y aquí vamos a meternos un poco, las redes sociales han desencadenado una serie de sentimientos negativos que muchas veces no son empáticos con el ser humano.
La ciudad de Cartagena, creo que es especialista en el tema, a la gente le encanta que le vaya mal a los gobiernos, cuando no están en la «piña» o en la «rosca», es una recurrencia muy nefasta que se presenta en periodistas, veedores y en opinadores sociales, para satisfacer su capacidad «nostradámica». Cartagena es una ciudad muy compleja, con altos índices de pobreza, con altas tasas de desempleo, y que se constituyen en detonantes sociales, como la alta inseguridad, los sicariatos y el narcotráfico, que se ha establecido en los barrios más pobres. Quizás es muy romántico decir que cada ciudadano debe promover un espacio de reflexión sobre lo que debe hacer por su ciudad, pero desafortunadamente no es así, la ciudad se debate en el día a día, a veces se mueve por inercia, y las iniciativas gubernamentales no son concluyentes, debido a la complejidad de los problemas.
Dejemos de ser «EPICARICÁCICOS», y no regodearnos de las profecías nefastas, creo que la ciudad en esta administración, ha avanzado algo, pero falta mucho para que el ciudadano entienda que la ciudad no será mejor solo con el esfuerzo de Dumek Turbay y de Yamil Arana se necesita un compromiso ciudadano para ser mejor ciudad y un mejor departamento.

