Por Rodolfo Díaz Wright

Hace algunos meses, mencionaba en uno de mis escritos el tema de las leyes de Murphy y destacaba especialmente aquella que dice que toda situación, por mal que vaya, es susceptible de empeorar. Obviamente, me refería a la situación caótica y despelotada de La Heroica, generada por una combinación de fenómenos pasados y presentes, en la que destacaba, por supuesto, la inactividad, el desorden y la corrupción de la actual administración.

Como siempre, llovieron rayos y centellas, especialmente de las bodegas de tontarrones camuflados bajo perfiles falsos, acusándome de ardido, por no tener OPS y de negativo y mala leche. No solamente no aceptaban lo que ya, para ese momento, era una realidad evidente e incuestionable de desastre bíblico, sino que pretendían seguir manteniendo el embeleco de buscar culpas en el pasado y soluciones en los Tik-Tok ridículos y los videítos pendejos, que ya a nadie le parecen graciosos.

Los recientes hechos, relacionados con el culebrón de la detención de la presidenta del Concejo y sus acompañantes, después de que la Policía en un dudoso retén encontrara droga en su carro oficial. Su rápida acusación y aseguramiento y su posterior liberación, al descubrirse el famoso complot para incriminarla, es en realidad una medida del grado en que la situación ha empeorado, como decía el profesor Murphy. Lo que ha ocurrido es en realidad el apaga y vamos, es la demostración contundente, de que hace rato tocamos fondo y de que, con muy pocas excepciones, casi nadie se salva del desastre.

No se salva la Policía, entidad cuestionada y temida por quienes en ella debíamos confiar, teniendo en cuenta su función constitucional de cuidar nuestra vida, honra y bienes. Lo que hace rato se comentaba como simples anécdotas, en este caso ha quedado claramente demostrado cuando, con suficientes pruebas, un juez de la república comprobó hasta no quedar dudas: nuestra policía participó en una empresa criminal para sembrar droga e inculpar a unas personas que, confiada e ingenuamente, creyeron, de buena fe, que estaban en manos de una institución seria, responsable y respetuosa de la ley.

Con estas travesuras, se termina de perder la credibilidad en las actuaciones del ente policial y no extraña entonces escuchar en una reunión de abogados penalistas, la recomendación de no permitir cateos y revisiones de vehículos por parte de la policía, a menos que se disponga de mecanismos de verificación, que eviten que el requisado sea “cargado” con elementos probatorios inculpatorios. No faltó uno que otro que, incluso, añorara los tiempos del general Rosso José Serrano, que parece que no permitía este tipo de jugadas y logró una limpieza a fondo de la institución.

No se salva tampoco el Concejo, institución de profunda raigambre popular que, desde hace tiempo ha venido cayendo en imagen, credibilidad y respeto de la ciudadanía, debido a actuaciones erráticas, cuestionadas y alejadas de su función constitucional. Hay que anotar que no se trata en este caso, del célebre y popular CVY o del reparto de “libros”, para engrasar una elección, sino de la entrada en las grandes ligas de la violación del código penal con todos sus perendengues. Verdadera consternación ha causado en la ciudadanía la comprobación fehaciente de las profundidades en que ha caído nuestro concejo, entidad que debería ser un modelo a seguir para todos los cartageneros.

Tampoco se salva la ineficaz e insustancial institución de la alcaldía menor, con todo y sus Juntas Administradoras Locales, la cual después de varios períodos de funcionamiento todavía no termina de mostrar su necesidad y sus bondades, sino malas noticias y malos manejos de forma recurrente. Su participación en este bochornoso y criminal acto no es otra cosa que el alto grado de deterioro ha que ha llegado esta desprestigiada institución.

Seguramente, y bien vale la aclaración, no debemos generalizar y por lo tanto no debemos incluir a todas los integrantes de estas instituciones, en estos manejos y actuaciones ilegales y criminales. No faltaba más. Es claro que aun tenemos gente y funcionarios probos y comprometidos, de quienes esperamos sean los encargados de iniciar el proceso de purificación de estas organizaciones, en las que cada vez es más difícil saber si se trata de unas cuantas manzanas podridas o de todo el bulto.

Menos mal que cada vez estamos más cerca de que acabe esta horrible noche. De nosotros dependerá que dentro de año y medio tomemos la dirección correcta y elijamos los mejores ediles, concejales y el alcalde que nos lideren y garanticen nuestros derechos en un marco de prosperidad y desarrollo sostenible. En el caso de la policía, ahí si, que entre el diablo y escoja.

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