Los apartamentos están siendo utilizados para residencias turísticas, con sobrecupo en los apartamentos, por lo cual el suministro de agua se ha visto afectado

La copropiedad Acualina, ubicada en el barrio Torices, enfrenta una crisis que pone en jaque las normas de convivencia y el bienestar de sus residentes. Lo que debería ser un espacio residencial se ha transformado en un destino turístico improvisado, debido al uso no autorizado de los apartamentos como viviendas turísticas. Esta situación no solo vulnera las reglas de la comunidad, sino que también trae consigo serios problemas en el servicio de agua potable y un desgaste en la infraestructura del edificio.

Turismo en un espacio residencial: el conflicto de intereses

Los apartamentos de Acualina fueron concebidos para uso residencial, con un diseño y reglamento pensados para familias o habitantes permanentes. Sin embargo, en los últimos meses, se ha registrado un notable aumento de personas que usan estas propiedades como alojamientos temporales para turistas. Este fenómeno, que debería ser regulado, ha dado lugar a una sobreocupación en los apartamentos. Un espacio diseñado para albergar entre 4 y 8 personas ahora recibe a grupos de más de 10, superando su capacidad y comprometiendo los servicios básicos, especialmente el agua.

El agua, un recurso crítico

El aumento del consumo de agua en Acualina ha provocado intermitencias en el servicio, evidenciando una presión desmedida sobre el sistema hidráulico del edificio. La tubería de entrada al tanque principal, diseñada para un flujo estándar residencial, no puede abastecer a una población que supera con creces la capacidad para la que fue concebida. Como resultado, los residentes permanentes enfrentan cortes de agua frecuentes, un problema que pone en tela de juicio las prioridades de la comunidad.

Vulneración de la convivencia

El uso de los apartamentos para turismo afecta mucho más que el acceso al agua. Los residentes denuncian ruidos excesivos, desorden en las áreas comunes y una falta de respeto por las normas de convivencia básicas. Las zonas sociales, que incluyen piscinas y otras áreas compartidas, están saturadas, lo que genera fricciones entre residentes permanentes y visitantes temporales. Además, la rotación constante de inquilinos dificulta el establecimiento de relaciones vecinales y crea una sensación de inseguridad en el edificio.

La omisión en la regulación: una responsabilidad compartida

En una asamblea extraordinaria reciente, la comunidad de Acualina tuvo la oportunidad de abordar este problema mediante la modificación del reglamento de copropiedad. Sin embargo, la falta de quórum y de consenso impidió que se aprobaran medidas para regular el uso turístico de los apartamentos. Esta inacción ha dejado al edificio en un limbo, donde las normas no se adaptan a la realidad y el problema sigue creciendo sin control.

¿El futuro de Acualina?

Lo que está sucediendo en Acualina no es un caso aislado. Muchas copropiedades en zonas turísticas enfrentan desafíos similares. Sin embargo, el edificio tiene la oportunidad de retomar el control si los residentes y la administración trabajan juntos para establecer regulaciones claras. Es imperativo que se convoque nuevamente una asamblea para discutir medidas que limiten el uso turístico de los apartamentos, protejan los recursos comunes y restablezcan la armonía en la comunidad.

En última instancia, los propietarios deben reflexionar sobre la responsabilidad que tienen con sus vecinos. La búsqueda de ingresos adicionales mediante el alquiler turístico no puede estar por encima del bienestar colectivo. Si no se actúa pronto, Acualina corre el riesgo de convertirse en un espacio donde la convivencia, uno de los pilares fundamentales de cualquier comunidad, sea solo un recuerdo del pasado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *