Por Rubén Rodríguez

Esta frase cae como anillo al dedo en relación a lo que está sucediendo en la ciudad con el tema de los peajes y la falta de una administración clara y sensata en la toma de decisiones donde los cartageneros terminen como siempre pagando los platos rotos.

Apelo a esta frase para comenzar a analizar entonces lo que ha venido sucediendo desde la administración distrital y los múltiples yerros que se cometieron en procura de intentar superar esta crítica situación.

Vale la pena aclarar que el calendario y el tiempo se convierten en el peor enemigo del Distrito, pues cuando se quieran abrir los ojos ya estaremos a 26 de abril y lo que no queremos es volver a tener ese ambiente hostil de las movilizaciones de los transportadores y la verdad la ciudad no soporta otro mes más de protestas.

Pero como mi reto es pensar mal para acertar, comienzo diciendo que la Administración Distrital debía tener pleno conocimiento desde mucho tiempo atrás del documento de EDURBE en el que se establecía que la Tasa Interna de Retorno no se había logrado por parte de la Concesión Vial. Desde diciembre del año pasado ya se sabía que Edurbe había firmado esta acta en donde se le daba el reconocimiento al concesionario de que no había logrado recuperar la inversión.

Lo que el alcalde no preveía era que en algún momento la cuestión se iba a saber. Y para infortunio de él, el escándalo de los peajes estalla en medio de un proceso de revocatoria en su contra. Dau sabía que la Tasa Interna de Retorno no se había logrado y comenzó a utilizar este escándalo como parte de un proceso populista con el que intentó sacar el mejor de los réditos. Sus áulicos comenzaron a marchar a los peajes con la exprimera dama a la cabeza.

Increíble que el alcalde utilizara a la ciudad para encenderla como lo hizo. Alcalde afortunadamente la ciudad no le siguió el cuento porque en una ciudad distinta a Cartagena hubiesen prendido las casetas y la sede de la Concesión y sabe quién tendría que pagar todo esto, pues los cartageneros de a pie.

Pero no contento con todo esto, el alcalde se valió de sus amigos para que también utilizaran el lío de los peajes como medio de plataforma política. A tal punto que Lidi Ramírez mira la posibilidad de aspirar a la Cámara de Representantes aprovechando el trabajo que otros cartageneros de bien como el Comité Cartagena Sin Peajes adelantaron.

Señor alcalde usted tenía el informe engavetado y le llegó como maná en el desierto el Auto de la Contraloría General de la República que para nada lo supo aprovechar pues su grupo de asesores no sabían qué hacer frente a este espinoso tema en el que el único que la tiene clara, es la concesión. Y como ha sido una constante el lavarse las manos durante su administración intentó buscar soluciones que lo llevaron a estar cada vez más metido en este laberinto sin salida.

Cuando usted alcalde se quiso envalentonar y mostrarle los dientes a la concesión resulta que lo callaron y lo mandaron a la esquina como a los pelaos que castigan en el colegio parándolo en la esquina porque no hizo la tarea. Por eso, por fortuna para los cartageneros, la concesión lo recusó y le puso freno a este Nerón que invitó a incendiar la ciudad y terminó chamuscado.

Finalmente, decirle alcalde que en este ajedrez que se está jugando, aquella jugada de solicitar la renuncia del funcionario que elaboró el informe en el que se dice que la TIR no se ha recuperado quien puede salir perjudicado es el Distrito mismo. Recuerde que los pasos de la administración deben ser fundamentados en lo legal y, como el reto que me he impuesto es seguir pensando mal pues si usted pretende decir que esta persona recibió dinero o fue sobornada por la concesión tendrá que demostrarlo y dónde tiene las pruebas.

El tiempo pasa alcalde y lo único que le piden los cartageneros es solución concreta a este problema. No espere a que resten cinco días para que, en lugar de hechos concretos y puntuales al respecto, nos haga saber, por ejemplo, que ya tiene más de 5000 followers o seguidores en su cuenta de TIK – TOK, que por cierto y para concluir con mis malos pensamientos, la anunció usted en un momento en que no sabía qué hacer ni para donde agarrar. ¡Póngase a gobernar alcalde y deje de pendejear por favor!

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