Por: Edwin Salcedo Vasquez

Arde porque un policía blanco descargó por lo menos siete tiros en la espalda de Jacob Blake, un negro de 29 años con cinco hijos que departía con ellos en un asado hasta que la mala hora llegó de visita. Kenosha es un pueblecito en medio de la nada en el Estado de Wisconsin, Estados Unidos. Sus habitantes no pasan las noventa y dos mil almas, es decir, todos cabrían en cualquiera de los grandes estadios de fútbol americano y sobrarían sillas. Nada importante había ocurrido ahí desde el nacimiento de Orson Wells, hasta que un policía le metió siente tiros a Jacob, dejándolo en estado crítico y muy probablemente, sin movilidad de la cintura hacia abajo por el resto de su vida.

Voy a ponerme en los zapatos de Jacob y revivir ese nefasto momento: es domingo y estoy haciendo un asado para mis hijos, es un espacio familiar con algunos amigos e invitados. Algunos de los invitados comienzan a tener una acalorada discusión, la cual trato de calmar e intercedo para que las cosas no pasen a mayores, alguien llama a la policía, llegan los policías y las cosas en vez de calmarse, se agravan. Trato de irme del sitio, logro subir a mis hijos al carro, me quiero ir desesperadamente de ahí, ya no me siento seguro con la policía en el lugar y temo por mi y mis hijos, la policía me persigue, me dice que me detenga, no hago caso, solo quiero alejarme de esa indeseable situación, abro la puerta de  mi carro, siento que me agarran de la camiseta y mientras trato de meter mi cuerpo al carro, oigo estallidos como truenos que penetran mi cuerpo, mis hijos ven los fogonazos que salen de una pistola Glock 40 del policía; pierdo el conocimiento, no sé si despertaré nuevamente para ver a mis hijos.

Jacob Blake reportedly “fighting for his life” after police shooting -  REVOLT
Jacob Blake, quien fuera baleado por un policía, se encuentra hospitalizado, los médicos informan que quedará paralitico de la cintura para abajo.

Ahora, me pongo en los zapatos del policía (del que aún no se conoce el nombre, quizás para protegerlo): es domingo, desearía estar en mi casa con mi familia en vez de estar patrullando las calles de este pueblo donde nunca pasa nada. Llega una llamada para atender un problema doméstico en un barrio negro, claro debe ser un problema como en el que siempre están metidos esos negros, relacionado con drogas, armas y peleas. Llegamos al sitio y encontramos a un negro discutiendo con otros más, le digo a esos negros que se identifiquen, uno de ellos se rehúsa a contestar, me ignora, coge a unos niños y se los lleva a un carro, me sigue ignorando, ¿qué es lo que se cree este negro hijueputa que no me hace caso? Le digo que se detenga, no lo hace, se va a meter en su carro y se va a escapar con esos niños, pues no lo voy a dejar porque yo soy la autoridad, ese negro me debe obedecer y no lo hace, me está haciendo quedar como un estúpido ante todos, lo voy a detener a como dé lugar, lo agarro por la camiseta, pero no logro pararlo, se va a meter en el carro, se va a fugar, no lo voy a permitir: disparo uno, disparo dos, disparo tres, disparo cuatro, disparo cinco, disparo seis, disparo siete, será que son suficientes? Bueno ya no se mueve, pido que llamen una ambulancia.

A escasos tres meses del caso de George Floyd en Minneapolis, ahora, una vez más, el nombre de un hombre afroamericano, Jacob Blake, ocupa los titulares gracias al uso desproporcionado de la fuerza por parte de la policía. Kenosha está encendida y muchas ciudades más de los EEUU, arderán por esta repetida afrenta en contra el pueblo negro de ese país.

Mientras tanto en Colombia, muy poco o nada se sabe de las motivaciones que dieron como resultado la muerte de cinco jóvenes del barrio popular de Llano Verde en Cali, el presidente fue a visitar y nada más, ya han pasado más de dos semanas y la investigación no arroja nada, nadie sabe, ninguno dice. ¿Cuántas vidas negras deben perderse, desperdiciarse en el vacío del tiempo como si nada valieran?

Cuando se dice “Las Vidas Negras Importan”, lo que se quiere decir no es que las vidas de los negros y negras son las únicas que importan, o que valgan más que cualquier otra, como repetidas veces tratan de hacerlo ver mentecatos y radicales de mente estrecha. Lo que se quiere decir es, que las vidas de los negros y negras valen tanto como las demás, porque cada una de esas vidas es extremadamente importante y hasta vital para un padre, una madre, un hermano o hermana o un hijo o hija.

Sin llegar a la violencia, algunas veces se necesita encender una llama, que mande un mensaje que diga que ya estamos hartos de la recurrente violencia en contra de los que estigmatizadamente se creen que valen menos. Orson, Kenosha está en llamas.

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2 comentarios en «¡Orson, Kenosha está en llamas!»

  1. Excelente. Una narrativa con elementos claros que permite una comprensión sencilla de la lamentable situación con Jacob Blake en Kenosha. Este es el artículo que se debe popularizar para que todos los que han escuchado la noticia y no tienen idea de los acontecimientos, comprendan de una vez.

  2. Me encanto la manera de tu narrativa. Presente. Te mete en cada uno de los personajes. Con el mensaje adicional de garantía de objetividad por ese tipo de abordaje. Q bien Edwin. 👍👏

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