Por Rodolfo Díaz Wright
Ya habíamos escuchado la expresión o acrónimo NI-NI, en diferentes ambientes del calvilustrismo cachaco, para referirse socarronamente a aquellas personas que, por una u otra razón ni trabajan , ni estudian.
Sea que resulte un esnobismo interesante o una forma despectiva de nombrar a personas con pocas posibilidades, ubicadas en un dudoso renglón de los análisis macroeconómicos, y en otro peor, de la charlatanería amarilla de algunos medios, lo cierto es que es barro que a ti, además de estar varado y no haber podido ingresar a una universidad, te coloquen el equívoco apodo de NI-NI, solamente por picárselas y ahorrase dos palabritas.
Lo que no me había pillado es que con el advenimiento de la inminente campaña electoral, para definir autoridades regionales, el famoso acrónimo NI-NI, hubiera adquirido un nuevo significado, una nueva connotación, esta, más populachera y mamagallística, pero igual de significativa: se trata de los políticos NI-NI, es decir políticos que no tienen ni plata, ni votos.
El tema hace referencia posiblemente a un alegre y entusiasta grupo de ciudadanos de la ciudad que, aprovechando el desastre de la elección del último alcalde y tomando ventaja de la oportunidad ofrecida por la constitución y la ley, de proponer candidaturas a las alcaldías, mediante la inscripción de grupos significativos de ciudadanos y la recolección de un número relativamente bajo de firmas, se han decidido a vincularse al proceso democrático armados, casi todos, de un buen grupo de amigos, mucha energía, muchas propuestas concretas y abstractas y, eso sí, en opinión de los guasones inmortales de siempre, de aquello nada: NI plata, NI votos.
También se la han dedicado, tildándoles de NI-NIs, a ese sector, casi en extinción, de personajes políticos de la vieja guardia, que aún siguen creyendo que su beneplácito es factor indispensable para participar en política electoral. Se trata de familias enteras con pasado político, uno de cuyos miembros fue, en alguna ocasión, dirigente elegido, pero que ya, por circunstancias de la vida, están en el olvido del retiro y siguen creyendo que su bendición y padrinazgo pesa en política menuda local. Bueno pues, estos camaleones prehistóricos, están plenamente identificados y han pasado a formar parte del selecto grupo de los NI-NIs: ni plata, ni votos. Otros más radicales simplemente los ubican como MONDADOS:
Obviamente, que no es fácil, por lo menos para mí que soy un viejo despistado y sin ilusiones, saber qué precandidatos o candidatos tienen votos o tienen plata. Esos son temas muy particulares de cada campaña y solo muy al final se podrá tener una estimación de ellos. Sin embargo, estos mamadores de gallo se dan sus mañas y afirman que ellos los conocen por la pinta, el caminado, el habladito y hasta por el bailado.
Una cosa si es clara y no hay que ser un experto para plantearla: si los cuarenta y pico de precandidatos y candidatos actuales, gastaran el tope permitido (2500 millones), se necesitarían unos 100,000 millones de pesos para cubrir todas las campañas. Suma realmente importante que, no estamos seguros, podrían conseguir los candidatos, especialmente los NI-NIs. Si los 450000 votos que depositamos en Cartagena se distribuyeran uniformemente entre todos los candidatos, tendríamos que todos lograrían cerca de 10000 votos y pudiéramos tener un alcalde hipotético, con una votación de concejal. De hecho, si no se permitiera repetir firma, durante la recolección, es evidente que no habrían alcanzado todas las firmas de los cartageneros para llenar los requerimientos de la monda de aspirantes.
Ante este panorama, y como sabemos que, históricamente, los votos se reparten entre cinco o seis candidatos, hay que comenzar a sospechar que, según la teoría de los perrateadores del “Palito de Caucho”, estamos ante 25 ó 30 NI-NIs, que, aunque animarán el debate y cumplirán su sueño de pibe, de ser candidatos a la alcaldía de Cartagena de Indias Distrito, turístico y cultural, deberán continuar su campaña haciendo gala de lo mejor de su repertorio de TIK TOKs, sus paseos calurosos por los barrios de la ciudad, sus visitas a restaurantes de comidas rápidas, y digámoslo también sus propuestas que, parece serán el eje estructurante de esta campaña.
Como decía mi compañero de luchas Gustavo Flórez, en nuestro triste Medellín del año 1968: “Vamos a caminar por Junín, ¿quién quita y nos levantamos unas alemanas?.

