Por Danilo Contreras
Me sigue dando vueltas en la cabeza la imagen de un estadio completo gritándole a una pelaita de 15 años como Antonella Petro que se fuera del partido al que asistía con la ilusión de una hincha más del equipo nacional, en el Metropolitano de Barranquilla.
Me parece que no se trata de un asunto menor, sino el síntoma de un mal profundo que afecta la salud de la nación.
La inquietud me ha llevado a buscar explicaciones al proceder de una masa que castiga así a una niña y aproveche que desde hace días me he detenido a revisar algunas tesis de Carl Jung, entre las cuales está el concepto de “conciencia colectiva” que define como “las creencias compartidas y actitudes morales que funcionan como una fuerza unificadora dentro de la sociedad y que esta separada y es, generalmente, dominante en comparación con la conciencia individual”. Ahora bien, el asunto está en determinar cuáles son las causas que moldean la conciencia colectiva que actúa matoneando así a una niña.
Creo haber encontrado parte de la respuesta en la emisión de noticias de Caracol del medio día del viernes. Como era de esperarse la mitad del noticiero se concentró en los ecos de la victoria de Colombia sobre Brasil y el asunto del abucheo a Antonella y su familia parecía ser un tema olvidado. Error. Por supuesto que el noticiero se refirió al tema, y lo peor, lo hizo re victimizando a la niña, tal como se desprende del análisis de un señor llamado Pedro Viveros quien manifestó sobre el incidente que este obedecía, cito textualmente, “a una mezcla de emociones en el partido Colombia – Brasil y que hay un «desencanto» con la gestión del presidente Petro, que incluso se manifiesta también en las encuestas». Palabra más palabras menos, había una justificación elaborada para la patanería de aquella muchedumbre.
Y es que resulta evidente que esa “conciencia colectiva” de la que hablaba Jung y otros autores, ha sido esculpida a través de nuestra historia, por aparatos de poder, entre los que se cuentan, obviamente, los medios de comunicación que ahora se han convertido en verdaderos partidos políticos de oposición al gobierno actual. Para la muestra el botón del análisis del señor Pedro Viveros, que encuentra justificaciones a lo que toda la sociedad ha debido rechazar, pues a una niña de 15 años no se le puede “linchar” con abucheos para impedirle disfrutar de un espectáculo público.
La irreflexión es tal, que seguramente, muchos padres de niñas menores participaron del exabrupto, y uno se pregunta: Será que esos padres justificarían el ultraje de sus hijos e hijas por cuenta de los errores reales o ficticios, por los cuales cada adulto debe responder?
Sobre el mismo tópico un oyente de la emisora La W, que suelo escuchar todas las mañanas, pregunto si se justificaba que la Fifa se pronunciara frente este tipo de agresiones en los estadios, a lo que uno de los periodistas se apresuró a decir que la Fifa solo se pronunciaba sobre casos de xenofobia o racismo. Por supuesto que los periodistas nada pueden determinar sobre las políticas de la Fifa, sin embargo, la respuesta tiene el trasfondo de restar trascendencia a un asunto que en mi modesto criterio si lo tiene, si es que queremos transformar la idiosincrasia narco-violenta que ha moldeado la cultura nacional.
Dicen que Antonella no aguanto más el matoneo persistente, se levantó de su puesto llorando, le lanzó un beso a la multitud y se marchó.

