Por: Danilo Contreras
La propuesta política que dio el triunfo electoral al alcalde Dau se centró en dos pilares esenciales: El combate a la corrupción y la superación de la pobreza. Contra todo pronóstico Dau se levantó con el triunfo sobre las viejas castas que asolaron el palacio de La Aduana.
Ya en el gobierno el alcalde ha materializado el primero de sus propósitos con estrategias como el denominado “Libro Blanco”, que consistió en la revelación de irregularidades que según entiendo han sido puestas en conocimiento de las autoridades. Como simple ciudadano que intenta estar informado, no conozco de un proyecto, una política o iniciativa que permita institucionalizar un ambiente de transparencia y honestidad en el manejo de la cosa pública, más alla de los Facebook Live que hizo público el “Libro Blanco”

la Pobreza del Senador Araujo
En cuanto a la bandera de superación de la pobreza, tampoco he conocido una iniciativa del gobierno distrital tendiente a generar una política que le devuelva la dignidad a cientos de miles de paisanos que a duras penas alcanzan a probar los alimentos del día y viven en condiciones deplorables.
Contrario a esto, la administración local parece haber quedado a la saga de la iniciativa impulsada por el senador Fernando Araujo Rumie que ha logrado sacar adelante la ley 2038 de 2020 por la cual se crea el Fondo para la superación de la pobreza extrema en Cartagena. Se trata, esencialmente, de la génesis de un fondo cuenta administrado por una junta directiva en la que el distrito de Cartagena tiene dos (2) plazas de once (11), esto es, en clara minoría, cuyas funciones en gran medida sustituyen al Alcalde y al Concejo en sus competencias constitucionales y legales para tramitar un asunto tan sensible y crucial como lo es llevar bienestar y derechos a los más humildes de la ciudad.
Si nos atenemos a los antecedentes del Fondo, que pueden rastrearse en el documento “Cartagena libre de pobreza extrema en 2033”, elaborado por Adolfo Meisel y Jhorland Ayala bajo los auspicios del Banco de la República, se encuentra que dichos expertos sugieren la inversión de unos 600 millones de dólares cuya fuente sería un empréstito con el BID, vale decir, progreso al debe, sin que se vislumbre un esfuerzo fiscal fundado en una política de progresividad impositiva en la que los que más tienen aporten más, y de forma solidaria, para ayudar a los menesterosos.
Si esto es así, claramente será el Distrito quien lleve la mayor carga financiera en el fondo, pese a estar en cuestionable minoría en la junta que administrara la “platica”. Poco lógico, por decir lo menos.
Pues bien, esta controversial propuesta motivo al joven concejal Javier Julio Bejarano, que hace parte de la coalición que respalda al gobierno distrital, a promover un debate en el seno del Concejo a efectos de establecer cuáles son los alcances y determinar las bondades o perjuicios que puede generar esta estrategia. Nada más pertinente y natural que sea el Concejo el organismo encargado de diseccionar con detalle la única iniciativa que se ha escuchado para combatir la pobreza en Cartagena. Una democracia no es tal si prescinde de la deliberación abierta de los asuntos públicos.
Lo cierto es que en la argumentación de su proposición, el concejal Javier Julio Bejarano hizo pública una carta firmada por el Alcalde Dau, que era desconocida para la opinión hasta ese momento. En la misiva calendada 18 de junio del presente año, dirigida al Congreso de la República y al senador Araujo en momentos en que se tramitaba la ley recientemente sancionada, el alcalde “ratifica el respaldo de la Alcaldía Mayor de Cartagena a esta iniciativa, esperando que llegue a buen término en beneficio de todos los cartageneros”.
Dos criticas al respecto: La primera es la escasa transparencia con la que el alcalde ha manejado el tema, siendo que la transparencia y la publicidad de los asuntos que interesan a la sociedad son el sello de garantía en la lucha contra la corrupción. La segunda es que conforme lo he afirmado en otras notas referidas al tema, no es el alcalde quien marca la agenda del Distrito en una materia tan esencial como lo es la superación de la pobreza, sino el senador Araujo que en uso de sus prerrogativas legislativas es quien le marca el paso a Dau, y por ese camino al Concejo y a la ciudad toda, sin que brille con luz propia la deliberación institucional que es deseable en una democracia sana.
Las mayorías del concejo, pese a que están en juego sus competencias, negaron la pertinente proposición planteada por el Concejal Javier Julio Bejarano, de modo que hacen mutis por el foro en un tema que les afecta como representantes del pueblo en lo relacionado con la definición del destino y la suerte de los más pobres de la ciudad, muchos de los cuales votaron por ellos, lo cual es en la práctica una claudicación vergonzosa.
Ojalá que el Concejal Javier Julio Bejarano persista en su propósito de abrir la discusión sobre este tema y pueda señalarse al calor de la discusión democrática si este fondo ayuda o perjudica a la institucionalidad local que parece quedar relegada a un papel secundario y sobre todo si el mecanismo construido desde las élites cartageneras, puede ayudar a quienes a duras penas sobreviven en los días de la pandemia.