Por: Rodolfo Díaz Wright

Los satélites que se encuentran a 35 mil kilómetros de altura sobre la tierra, son los llamados geoestacionarios. Es decir, viajan sobre la órbita GEO y son  satélites  muy importantes, ya que que realizan órbitas sobre la línea del ecuador terrestre  a cero grados de inclinación y a la misma velocidad que gira  la Tierra.

La órbita GEO, tiene unas características especiales, las cuales la distinguen de las demás y aportan a su trascendencia  en los aspectos científico, jurídico, cultural y económico en el mundo. Esta orbita es única, es decir, solamente hay una. Se encuentra ubicada sobre la línea ecuatorial de la tierra, a 35.787 km de altura y tiene un período orbital de exactamente 23,93445 horas, coincidiendo con la duración del día terrestre. 

Esta gran característica es la que permite lo que se conoce como las “telecomunicaciones” hoy en día. Casi la mitad de los satélites en órbita se encuentran dentro de la órbita de los satélites geoestacionarios. Esto se debe a que desde el punto donde se encuentran ubicados, parecieran inmóviles o estáticos, y por lo tanto no necesitan reposicionamiento de señal, además de lograr una cobertura de aproximadamente un tercio del planeta. Esto es oro en polvo para las comunicaciones.

Pues les tengo noticias: La buena es que Colombia, que no se pierde la rodada de un catre, está precisamente ubicada en la linea ecuatorial de la tierra exactamente debajo de la órbita geoestacionaria y tendría grandísimas ventajas tecnológicas, económicas  y de gestión ante los organismos que regulan las telecomunicaciones mundiales, a la hora de poner en órbita su satelite, debido a su posición estratégica ecuatorial. 

La mala es que, de acuerdo con la convención de Málaga – Torremolinos de 1973, el espacio no tiene dueño y debe ser usado en beneficio de toda la humanidad, y según el principio de derecho internacional que estable que: Primer llegado, primer servido, pues, obviamente, los países ricos, con más dólares y más avance tecnológico, llegaron primero y se apropiaron de la famosa y codiciada órbita GEO, saturándola con sus modernos y gigantes satelites de comunicaciones, dejando a los países pobres, como el nuestro, casi sin un sitio donde poner su satélte.

La cosa se puso tan delgadita que en dicienbre de 1976, Colombia, Congo, Ecuador, Indonesia, Kenia, Uganda, Zaire y Brasil, firmaron la declaración de Bogotá, en la que reclamaban soberanía sobre un segmento de su órbita GEO, en consideración a que debido a la falta de recursos y a la “sacadera de manteca” que había entre los ricos, se estaban quedando por fuera de los beneficios de su propia órbita. Después del correspondiente debate esta reclamacion fue atendida, quedando en el Reglamento de Radiocomunicaciones (2012) apéndice 30B, en su artículo 111, lo que se llaman las posiciones planificadas, las cuales fueron adjudicadas a los países que en ese momento no podían acceder a la órbita de los satélites geoestacionarios, y que, en virtud de garantizar el acceso equitativo al espacio, la Unión Internacional de Telecomunicaciones hizo un reparto a los países, de posiciones y sus frecuencias para su uso futuro. 

Así  pues que Colombia tiene su esquirlita guardada en la órbita GEO, para cuando a nuestros gobernantes les ronque la gana de enviar el famoso satélite, para aprovechar sus grandes ventajas en cuanto a comunicaciones, pero muy especialmente en el recurso moderno del internet de banda ancha.

Me di a la tarea de revisar esta información, después de leer las conclusiones de una nueva reunión de exgobernadores,  que vienen convocando a dirigentes y líderes que quieran cambiar a Colombia, bajo la bandera de la autonomía regional y la convicción de que los problemas se resuelven desde la región y no desde la nación. Este grupo presentó el dramático panorama de las comunicaciones por internet en Colombia, agravado en estos tiempos de educación virtual, pandemia, telemedicina e inseguridad. 

Según los exgobernadores: el 70% del territorio y 26 millones, más de la mitad de los colombianos, no tienen acceso a internet, especialmente en estratos 1 y 2 y las zonas rurales, y aquellos que tienen la suerte de poseerlo, solo disponen de conexiones 2G, solo para llamadas y datos. De acuerdo con este grupo más conocido como la  Alianza Regional, los campesinos colombianos no tienen educación desde hace año y medio, al carecer de internet, en medio de la tan cacareada educación virtual. La inseguridad del país y la baja eficiencia de la fuerza pública, se deben en parte a la falta de conectividad en regiones rurales y el acceso a las modernas técnicas de la telemedicina es casi nulo, donde más se necesita.

Aportan los exgobernadores como propuesta de su movimiento, lanzar la revolución del internet, que comenzaría con el lanzamiento de nuestro satélite de comunicaciones en el fragmento de órbita que aun tenemos separado. Según su informe, este proyecto solo costaría 150 millones de dólares, menos de la mitad del billetico que se le aflojó alegremente a Avianca, para que resolviera sus problemas de caja menor. Solo de esta forma se cerraría la brecha de la inequidad  y se dejaría de violar el derecho fundamental de millones de colombianos pobres, a gozar de las ventajas de estar interconectados e informados.

No olvidemos lo que solía decir el gran científico Stephen Hawking: “recuerden siempre mirar a las estrellas y no a sus pies.”

P.D. El que anda sin satélite, sin brújula y sin dirección, es nuestro exótico alcalde, que ahora resulta que no ha podido hacer nada porque unos remotos alcaldes, de por allá de 2018 y 2019, le dejaron amarrado el presupuesto del 2021. Ver para creer.


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