La memoria parece no fallarle a los habitantes de Cañaveral. Tres años después recuerdan hoy con orgullo y alegría que este corregimiento del municipio de Turbaco no aportó a la estadística un solo hecho que lamentar en el departamento de Bolívar cuando la epidemia del Covid golpeó con todo rigor a la población.

Y mientras en las Unidades de Cuidados Intensivos permanecían las víctimas luchando contra la muerte, los médicos trabajaban incansablemente para salvar vidas, los habitantes en Cañaveral creían que con el paso de los días descubrían un antídoto natural que los mantenía alejados de la pandemia: el ñeque.

Los fabricantes de este ron casero hicieron su agosto. Las ganancias, recuerda Wilberto Martínez, llegaban cuanto más crecían los contagios en el país. El mito que se regó en el pueblo era que el ñeque contaba tal vez con todas las condiciones para inmunizar el cuerpo y fortalecerlo.

Los habitantes de Cañaveral pasaban entonces, como se dice popularmente, de pea en pea. Asegura Wilberto que el distanciamiento en esta población poco o nada se respetó pues el trago se compartía en el mismo vaso y el tema de conversación no podía ser otro que la realidad por la estaba atravesando el país.

Y mientras pasaban la noche bebiendo ñeque y echando cuentos, los fabricantes tenían los destiladores y alambiques trabajando a todo vapor para sacar la producción del día siguiente. Eran pimpinas y tanques que se vendían entre una población que creía fortalecerse con el alcohol sin que hasta hoy ningún científico lograra explicarles porque el Covid poco los afectó.

«Lo que si le puedo decir es que aquí a pocas personas les dio el covid y si llegó a darles era de pasón porque era que nosotros bebíamos ñeque a toda hora. Yo creo que en gran parte eso nos mantuvo inmunizados», es lo que recuerda Wilberto quien señala que la gallera y otros escenarios eran los sitios de encuentro de la población.

Los agentes de la Policía intentaron colocarle orden a una población que consumía ñeque a tutiplén. La autoridad, recuerda Wilberto, casi que tuvo que resignarse a ver la situación y le pedían a los cañaveraleros que se controlaran.

Los meses pasaron y de la pandemia solo quedó el recuerdo. Hoy los habitantes de Cañaveral consideran que tal vez la ingesta de su ron popular los protegió y los amparó del Covid. Todo se lo atribuyen al ñeque. Las botellas las muestran con orgullo y pensando que en Cañaveral los mejores días siempre estarán por venir.

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