Por: Rodolfo Díaz Wright

En una población de la costa caribe colombiana, un grupo de personas, burló la vigilancia de un centro asistencial, penetró a la morgue del hospital y se sustrajo el cadáver de un familiar, que había sido declarado muerto por covid, varias horas antes.

Esta historia macondiana pudiera haber sido, mas o menos aceptable y creíble, si no hubiera ocurrido que, al advertir el hurto, autoridades del hospital y fuerzas de policía, se dedicaron a corretear por todo el pueblo al cortejo, en el que los familiares empujaban la camilla con el cadáver tapado con sábana blanca y detrás, los funcionarios del hospital y la policía corrían, gritaban y gesticulaban, exigiendo la devolución del finado. El espectáculo que, al poco rato era motivo de todo tipo de comentarios, aspavientos y hasta burlas, en las famosas redes sociales, fue difundido y admitido como parte del extraño y díscolo manejo de la pandemia, en estas tierras abandonadas de la responsabilidad, la seriedad y la dignidad.

No pasó mucho rato, cuando, de nuevo las dichosas redes, dieron cuenta de otra rara noticia: Los gringos les estaban cancelando las visas, a todos los colombianos que hubieran viajado, en excursión de turismo al sur de la Florida, con la exclusiva finalidad de hacerse vacunar contra el covid en la tierra del Tío Sam, donde al parecer abundan las vacunas y las ganas de vacunar a cualquiera que les presente el brazo. La verdad que inicialmente me sorprendí y no entendí la desproporcionada noticia – así como tampoco entiendo porque ahora los cachacos dicen “La Covid”- sobre todo, que estoy en un país en el que, por el contrario, el gobierno ha declarado que vacunarán, y así lo han hecho, a todas las personas sin ningún tipo de restricciones.

Recuerdo que cuando se inició la aplicación de vacunas, un grupo de “riquitillos” de Mamonal, se me acercaron a ofrecerme el paquete que llamaron de Turismo Sanitario, que consistía en un fin de semana en florida con vacuna incluida. Yo, que ya casi no creo en nada, le puse poca atención a lo que me pareció una ventolera, más para aparentar y “elitizar” cualquier vaina, que una decisión terapéutica seria. Espero que la famosa cancelación de la visa, por parte de los monos, sea otra “fake news”. Otro invento de desocupados y bodegueros del régimen, como casi toda la basura con la que nos bombardean minuto a minuto. Me consta que hay mucha gente viajando a USA por razones muy serias y respetables.

Estos y otros ejemplos muestran, de forma gráfica, el folclor y la falta de rigor administrativo con que se ha manejado la pandemia en esta especie de banana republic. Nadie entiende, por ejemplo, que sea precisamente este, el único país del mundo, en el que se ha demostrado que a quien se descuidara, le aplicaban una vacuna que la jeringa contenía solo aire. O que haya personas que, llegado su turno, se nieguen a vacunarse, espantadas por las tenebrosas predicciones de los ignorantes, que llenan las redes con los informes de los efectos dañinos y mortales del inmunizante. Asimismo, es de resaltar el espectáculo de grupos humanos haciendo cadenas de oración al frente de clínicas y hospitales, precisamente donde los médicos y estudiosos, luchan con toda su ciencia para sanar a los que padecen el mal. No están muy lejos en nuestra memoria, los tiempos en los que la oración y la fe, eran los ingredientes principales y responsables de la sanación de nuestros antepasados.

Para redondear este carnaval de excentricidades, un alcalde atolondrado, tal y como todos lo habían previsto y anunciado, abre las puertas de una pobre ciudad, desprotegida y sin recursos, a una invasión de turistas, limpios de plata, desaforados y sin ningún tipo de control sanitario, para que contagiaran por doquier y, tan pronto se marchan, ordena las consabidas restricciones, para que los locales vayan a encerrase en sus casas a contagiar a los viejitos, que el tanto quiere y protege.

Si Antonio de Pigaffeta, el navegante florentino que acompañó a Magallanes en su vuelta alrededor del mundo y que casi enloquece ante las extrañas cosas que le tocó observar, resucitara y volviera en otro viaje, no solo enloquecería, sino que no le alcanzaría la nueva vida, para relatar la gran cantidad de locuras que encontraría en esta segunda edición de su vuelta al mundo. No solo vería cerdos con el ombligo en el lomo y pájaros sin patas. Vería, además, un alcalde malandrín que baila el Tik-Tok, dos países con dos presidentes, un presidente de una potencia, que recomendó inyectar desinfectantes a los pacientes enfermos de Covid y un país en el que un vendedor de pulseritas le da órdenes al presidente.

En fin, vainas de este mundo loco, en el que hasta el amor fue protagonista, durante la epidemia grande de Cólera Morbo.

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