Todos conocemos la inspiradora historia de David y Goliat que recoge la historia sagrada, narrando cómo el joven y futuro rey de Israel, con una piedra lanzada con su honda, logró vencer al gigantesco campeón de los filisteos, derribándolo con su destreza.

El mensaje que surge de esta historia, y que continúa siendo una fuente de inspiración para la humanidad, es que incluso quienes parecen más débiles tienen la capacidad de superar a los poderosos, aparentemente invencibles, cuando emplean inteligencia y estrategia.

El psicólogo Malcolm Gladwell aporta una nueva interpretación de este relato, señalando que la victoria de David no fue fruto del azar ni de una simple predestinación. Por el contrario, su triunfo fue el resultado de su ingenio y habilidad para evitar el enfrentamiento cuerpo a cuerpo que Goliat buscaba, entendiendo que ese escenario no le favorecería.

David, en cambio, planeó su estrategia de manera brillante. Aprovechó la oportunidad en el campo de batalla y, con determinación, empleó su arma arrojadiza para lograr la victoria.

Según Gladwell, lo que aparentemente hacía fuerte a Goliat era también su debilidad. Así, si el oponente más débil diseña una estrategia adecuada, puede alcanzar el triunfo incluso frente a los desafíos más grandes.

Hoy, la historia de David y Goliat parece encontrar ecos en el contexto actual, ante las tensiones entre el presidente Petro y el recién posesionado presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

No obstante, para enfrentar con éxito este desafío, es vital que el presidente Petro desarrolle una estrategia clara y bien pensada. En un escenario tan complejo, las emociones como la ira y la indignación no pueden guiar las decisiones del representante del Estado Colombiano, quien tiene la responsabilidad de velar por los intereses de más de 50 millones de ciudadanos.

El David de esta historia debe enfocarse en construir una estrategia basada en la solidaridad y la unidad entre los pueblos que defienden los valores de la justicia, la democracia y la fraternidad. Esta tarea comienza en Latinoamérica, pero también puede encontrar aliados en otras regiones del mundo.

El momento exige reflexión, liderazgo y acción estratégica. Si se logra este enfoque, Colombia no solo enfrentará los retos del presente, sino que podrá consolidar un papel destacado en la búsqueda de un orden mundial más justo.

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