Cuando Dumek Turbay inició su camino hacia la alcaldía, muchos pensaban que su candidatura no prosperaría. Sin embargo, la contundencia de su victoria demostró que la ciudadanía estaba dispuesta a confiar en un nuevo liderazgo.

Los detractores aseguraban que no lograría conformar un gabinete sólido ni un plan de desarrollo coherente. La realidad fue otra: se estructuró un equipo técnico, se trazó una hoja de ruta clara y se puso en marcha un proyecto de ciudad que hoy marca el rumbo.

Más tarde, las críticas se enfocaron en la contratación pública. Se decía que los procesos estarían llenos de irregularidades. Pero las licitaciones avanzaron de manera legal y transparente, los contratos se adjudicaron y los proyectos comenzaron a ejecutarse. Cada obstáculo se convirtió en una oportunidad para demostrar que la gestión pública puede hacerse con rigor y resultados.

Hoy Cartagena cuenta con un POT actualizado, proyectos estratégicos y una visión de futuro que quedará como legado. La continuidad dependerá de la decisión de los cartageneros, pero lo cierto es que el presente muestra una ciudad con rumbo claro y un liderazgo que ha sabido transformar la incredulidad en confianza.

La historia reciente nos recuerda que siempre habrá voces críticas, pero lo que prevalece es el avance tangible. Con trabajo, disciplina y voluntad, Cartagena ha demostrado que es posible romper paradigmas y construir caminos de progreso.

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