Casi que como una premonición sus padres la bautizaron con el nombre de Cruz María. Unieron, sin saber lo que pasaría muchos años después, la razón social de una de las entidades más importantes de ayuda humanitaria en el mundo con el nombre de la madre de Jesús. Cruz María Ospino Contreras, aprendería empíricamente a asistir a una mujer embarazada y a los 35 años se decidió a ayudar a traer la primera vida al mundo o como ella dice: ‘a cortarle el ombligo al primer pelao’.
La casa de Cruz María, con el paso del tiempo, se convirtió entonces en un ‘centro asistencial’ para la mujer a punto de dar a luz. Cuenta que a cualquier hora del día o de la noche llegaban a tocarle la puerta para que ayudara a las embarazadas. Eran épocas en las que, al igual que hoy, la asistencia médica era precaria y no se contaba con la facilidad para trasladar a la madre a parir a la ciudad de Cartagena.
Cruz María nunca cobró por su trabajo. Sentía que todo respondía a un don de Dios y que no debía pedirle a las familias que ayudaba que, entre otras cosas eran de escasos recursos, alguna colaboración por ayudarles. Y contrario a lo que todo el mundo pensaría, hoy Cruz, señala que no escucha ni una voz de agradecimiento por esa labor de años en este corregimiento.
“Ninguno agradece nada pero le queda a uno la satisfacción de haber traído 25 vidas al mundo. Muchos de ellos hoy son pescadores o trabajan en Cartagena y no se acuerdan de esta vieja”, comenta en su humilde casa de madera que comparte con su esposo quien se dedica a la pesca. La felicidad para ella está en recibir la visita de sus hijos (siete en total) y todos sus nietos.
Hoy 5 de mayo, Día Mundial de la Matrona o Partera, Cruz María clama para que se acuerden de ella y que así como le tocaban la puerta para llevarla a asistir los partos en su tierra; hoy le toque las puertas para que la ayuden y la asistan con una casita de material y una ayuda por parte de la administración para tener una vejez digna. Ella clama muy seguramente por un agradecimiento que nunca ha recibido y que bien merecido lo tiene.

