Por: Apolinar Moscote
Cada día aparecen más expertos y opinadores, explicando con sapiencia y suficiencia, lo que hay que hacer para resolver los problemas que, a ciencia y paciencia, la ciudad ha empollado y padecido por más de 30 años, mientras ellos disfrutaban de su esquirla de poder o de presupuesto, en su zona de confort, sin decir esta boca es mía.
Ahora es muy fácil encontrarse a unos avivatos que, después de leer el nuevo Plan de Desarrollo Distrital de Cartagena, comienzan a plantear, como suyas, las propuestas que, tras largos meses de estudio y concertación, el gobierno local ha logrado plasmar en un documento muy completo y estructurado, que es una verdadera hoja de ruta, un plan de transformaciones y una visión compartida de la ciudad que quieren los cartageneros.
Proponen, como si lo acabaran de inventar, el transporte acuático, recitando, sin vergüenza alguna, todos los detalles y componentes, rutas, procedimientos y hasta mostrando los mapas y los sitios de embarque y desembarque, para hacer los trasbordos a Transcaribe, planteados en el Plan de Desarrollo.
Con erudición explican la metodología infalible para ordenar el Plan de Ordenamiento Territorial, del cual llevan más de 20 años hablando y diagnosticando, mientras la ciudad se desordenaba hasta el desastre y ellos disfrutaban de la feria de las consultorías y estudios, en los que actualizaban lo que ellos mismos habían desactualizado y aclaraban lo que habían ayudado a enredar.
Con extraordinaria clarividencia, enuncian las estrategias para la compleja solución del traslado y saneamiento de Bazurto, ponen fin a la deforestación de La Popa y a los problemas geológicos del cerro de Albornoz, trasladan el aeropuerto Rafael Núñez a Bayunca y construyen proyectos inmobiliarios de ensueño en el sitio del actual y realizan un desarrollo excepcional alrededor de la Ciénaga de la Virgen que hasta los visitantes del Lago di Garda envidiarían.
Hay otros más conchudos que ni siquiera se toman el trabajo de leer planes o programas, sino que están a la caza de cuanto, foro, panel, mesa o conversatorio, programen los mercaderes de la opinión y tan pronto se enuncia alguna propuesta para ser realizada, ponen cara de circunstancia y sin recato alguno afirman: fíjate tú, exactamente lo mismo que propuse yo en la asamblea de la Andi, yo creo que me oyeron porque es lo mismo que planteamos.
Bueno con tal de lo que lo hagan…que carajos. Y entonces cambian a cara de resignación. En el pueblito chocoano donde me crié, escuché con frecuencia que los viejitos decían: “con la boca y el deo hacen rosas y macaneo”, refiriéndose, me imagino que, a esas personas que solo se la pasan hablando, opinando, comentando, criticando, pero de aquello nada.
Nunca se les ha visto tomando una iniciativa seria para hacer algo y mucho menos, nunca se les ha visto sacar un billete del bolsillo para apoyar algo.
Como dicen los quilleros son solo eso: habladores de torreja. Googlié Macaneo y dice que en Colombia significa decir desatinos o mentiras. Por ahí es la cosa.

