Cinthya y Lidys están unidas por el mismo pecado en medio de una administración que se preciaba de ser anticorrupción y luchar contra los malandrines. Documentos falsos, lo mismo que falsas experiencias laborales hicieron parte de todo este entramado de corrupción que marcó desde el principio a un alcalde que solo hasta cuando se le puso de presente el pecado tomó la decisión de suspender dichos contratos.
Genera extrañeza que las personas de máxima confianza del mandatario distrital sean los que hoy están contra las cuerdas y están siendo investigados por los organismos de control. En esta semana que concluyó, a la exzarina anticorrupción, la Contraloría Distrital le abrió y notificó un proceso por un presunto detrimento patrimonial similar al de Cynthia Pérez Amador quien hasta el momento no ha devuelto el dinero que se le pagó y que está por el orden de los más $30 millones de pesos; mientras que el de Lydis Ramírez tendría que devolver más de $15 millones de pesos.
Uno de los primeros contratos que firmó el alcalde William Dau, sin concepto favorable de un jefe del área de Talento Humano del Distrito, fue el de Lidys Ramírez. Esto obedeció a que la anterior funcionaria que era de la administración de Pedrito Pereira, le aceptaron su renuncia y estuvo en la alcaldía hasta el 31 de diciembre. Fueron 3 días que la administración se mantuvo sin jefe de esta área y solo hasta el 3 de enero se estableció como directora encargada a Marina Cabrera y luego fue nombrada Martha Carvajal.
Pues bien, la labor de jefes de Talento Humano, la cumplieron entonces los concejales de la ciudad quienes descubrieron irregularidades en su hoja de vida y lograron demostrar que Lidys Ramírez no cumplía con los requisitos para ejercer el cargo en el que fue nombrada.
Los casos de ambas personas de confianza del alcalde se asemejan en sus actuaciones. Están llenas de malandrinadas y de corrupción. Mientras que Lydis presentó un certificado en el que acreditaba experiencia laboral de 9 años como sicóloga antes de que obtuviera su grado como profesional de esta área; Cynthia falsificó un acta de grado para evidenciar que había obtenido un título como tecnóloga. Los entes de control tendrán la última palabra y en estas tragicomedias aún faltan muchos capítulos por escribir.