Por Rodolfo Díaz Wright
No nos echemos carreta: Limpiar el caño Juan Angola no es una buena noticia, sobre todo después de que lleva años convertido en una gran cloaca, a consecuencia de dos situaciones inverosímiles.
La primera, el creer a ultranza que dejar proliferar manglares en sus orillas, era un gran remedio para la gran contaminación del cuerpo de agua, después de años de estancamiento por el bloqueo del caño, realizado a la altura de la pista del aeropuerto Rafael Núñez y luego por el vertimiento feroz de desechos orgánicos a su cauce.
El mangle tiene algunas características muy beneficiosas para el ambiente, en cuanto a servir de soporte a los litorales y evitar su erosión, o la de permitir en sus raíces el desarrollo de algunos ecosistemas de especies marinas, así como su follaje prestarse para acoger aves nativas y migratorias. Pero el mangle en aguas degradadas con elevados vertimientos de materia orgánica, con contenido nulo de oxígeno disuelto, se convierte simplemente en una planta invasora, receptora de residuos sólidos en sus raíces y rellenadora eficaz de los cuerpos de agua. Después de esto ocurren los conocidos fenómenos sociales de invasión y tugurización de las riberas del cuerpo de agua, algo bastante conocido por todos.
La segunda razón, y esta quizá más grave, es la de creer, insensatamente y sin el más mínimo rasgo de humanidad, que un cuerpo de agua es el sitio adecuado para desechar todo tipo de basuras y residuos humanos, con un desprecio total por las más elementales normas de convivencia y por las más inocuas normas ambientales y de policía que así lo prohíben.
Así que tampoco es buena noticia que nos estemos gastando otros miles de millones, limpiando más de medio centenar de canales de la ciudad, igualmente taponados e inutilizados por todo tipo de vertimientos, en los que los electrodomésticos y muebles destartalados, hacen grata compañía a las miles de toneladas de escombros, que de nuestras construcciones salen en carros de mulas directo hacia las bermas de las vías y los canales. No hay derecho a tanta falta de humanidad y de sentido común, al no imaginar que, algunos días después, ese mismo canal que taparon se desbordará y se convertirá en su propia desgracia.
Qué raro que ahora nadie sale a decir que esa platica que nos gastamos en limpiar los desechos de nuestra falta de cultura ciudadana y humanidad, podrían ser mejor utilizados en la lucha frontal contra el hambre que avasalla a la ciudad. Ahora nadie se responsabiliza de tamaña muestra de ignorancia supina, sino que, incluso, hay quienes hacen paros y bloqueos, para que el canal que ellos mismos taponaron con su incivilidad, sea el primero en intervenirse. Habrase visto.
Estoy seguro que este gobierno sin retrovisores y con grandes planes de devolver el brillo, el esplendor y la calidad de vida a la ciudad, seguirá limpiando y embelleciendo caños y canales. También estoy seguro que de aquí en adelante o aprendemos a comportarnos o nos lleva el que sabemos.

